martes, 1 de diciembre de 2009

espera

Sólo era un bebé cuando España abandonó el Sahara Occidental, hace ya más de treinta años.
España se fue como el padre que se va "a buscar tabaco" ante el avance de una suegra incómoda, sin preocuparle qué será de los hijos que deja atrás y de los que hasta ese momento era responsable.

Hace más de treinta años que los saharauis esperan un referéndum que nunca llega, hace más de treinta años que esa suegra incómoda y totalitaria llamada Marruecos, donde una caricatura del monarca o el comer en un parque durante el ramadán puede llevarle a uno a una nueva residencia forzosa en forma de mazmorra, gobierna a los saharauis. No precisamente el mejor de los tutores rige el destino de un pueblo que no desea ni necesita tutor ni dueño alguno. La ONU está de su parte, 81 países, que ya los reconocen como nación a pesar de la "legalidad" vigente, están de su parte, la razón está de su parte.

¿Y España? Ese padre que hace décadas se fue "a por tabaco", ¿está de su parte?





Cuando Marruecos expulsó de su territorio a Aminatu Haidar por escribir en el documento de aduanas que su naciacionalidad era ciudadana de la República Saharaui Democrática, y fue enviada a territorio español, España aceptó retenerla, extraño pacto entre la suegra totalitaria y el padre negligente. El que así colaborásemos a condenarla a no volver a su patria jamás, nos trajo sin cuidado.


Aminatu Haidar, demostrando más coraje del que tendrán jamás ninguno de los mandatarios, políticos y politicastros dueños de su nacionalidad y su destino, está en huelga de hambre no para reclamar un derecho para sí misma, sino para recordarnos a todos el incómodo problema del Sahara Occidental. Se encuentra cada vez más débil, y espera, y espera: igual que el pueblo Saharaui.

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