Esta mañana, como tantas otras, he ido a la sede de Hacienda de Pontevedra a entregar una declaración. El edificio se inauguró hace un par de años y debía ser la cuarta o quinta vez que me acercaba a resolver papeleos por lo que había aprendido a moverme por él con cierta soltura. La última vez que fui la zona de atención al público se concentraba en la planta baja pero por algún motivo han decidido reubicar ciertos servicios, lo que me llevó a vivir una experiencia más propia de un capítulo de Barrio Sésamo que de un edificio de la administración del estado.
Al sacar el número para ser atendida un funcionario me explicó amablemente que la oficina virtual está ahora en la segunda planta, que tengo que cruzar a la zona de ascensores, tomar uno a la segunda planta y girar a la derecha. Sigo sus instrucciones y al salir del ascensor veo que a la derecha solo hay una pared. Como no tengo el don de atravesarlas, deduje que se había equivocado y avancé hacia la izquierda por el único camino posible. Aquí me encuentro a dos funcionarias paseando que me preguntan a donde voy.
-“A la oficina virtual”, les digo
-“¿Ah, pero ahora está en esta planta?”
-“Eso me han dicho y además lo pone en el número que me han dado”, les contesto enseñando el número donde indica 2º andar (planta en gallego)
-“Ah sí, es en esa puerta roja” dice una de ellas señalando a una puerta que estaba abierta
Obediente me dirijo a la puerta y veo que es claramente gris ¿se habrán equivocado de nuevo? Al lado de la puerta hay un cartel donde se lee que es el departamento de informática, y cuando empezaba a pensar que lo de oficina virtual era un eufemismo para designar una oficina inexistente un hombre desde dentro me preguntó:
-“¿Qué busca?”
-“La oficina virtual”
-“Es aquí”
Bien, por fin la había encontrado. Ahora tocaba esperar turno con el numerito.
-“Aquí no vamos con número”
Me pareció una tomadura de pelo, pero estaba claro que el hombre no mentía ya que no había ni un solo “display” en la sala…
-“Y entonces ¿para qué me han obligado a sacarlo?”
Para eso ya no hay respuesta…
(Foto de Asterix y Obelix emulando a Pelayita en la casa que enloquece, una de las "12 pruebas de Aterix")
Entrego mis papeles, me los sellan y deshago el camino para regresar a la planta baja, por donde había entrado. Para ello volví al ascensor y pulsé el botón “planta baja” lo que me llevó a una planta sin salida al exterior donde me volvieron a preguntar a donde iba:
-“A la planta baja, quiero salir” A estas alturas empezaba a estar un poco harta de pasear por el edificio.
-“No es aquí, es que la planta baja es la primera, tienes que subir”.
Con estas indicaciones logré por fin abandonar la sede de Hacienda lamentándome por el caótico uso que le están dando a un edificio nuevo y preguntándome si conceptos básicos como los números, los colores y la diferencia entre la derecha y la izquierda también habrían cambiado en estas semanas…
*Situación real vivida por nuestra seguidora Pelayita que ha querido compartir con todo el blog
2 comentarios:
Ante todo gracias por publicarme el artículo.Después de reflexionar esta tarde he llegado a dos conclusiones: la primera es que los trabajadores de la oficina virtual deben estar castigados por algún motivo y recluidos en la sala de informática, castigando de paso a todos los que estamos obligados a entregar documentación allí.La segunda es que para ser funcionario en Hacienda hay que prometer que nunca, nunca se ha visto Barrio Sésamo.Por cierto, muy chula la viñeta de Asterix!
En las antiguas dependencias, siempre se entregaban las declaraciones en la sección de Informática, y nunca entendí el por qué...
Por lo menos lo de "virtual" suena mas a informática.
Y con lo contento que estaba yo con lo bien y rápido que funcionaba Hacienda desde que están allí, ¿por qué tienen que ponerse a hacer cambios?
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