Dudas existenciales... sobre publicidad de cosmética

Acabo de ver a Nieves Álvarez anunciando una máscara de pestañas (vamos, pintura para las pestañas, para que los tíos se entiendan), que promete que en tres semanas las alarga un 116 por ciento...
¿Es un gazapo? ¿es un nuevo campo de la estadística en el que los porcentajes no tienen sus significados clásicos? ¿se da cuenta esta gente que alargar las pestañas de alguien un 116% es casi como quedarse uno como uno de esos perros a los que nadie corta el flequillo? ¿puede alguien optar a vender el cupón de la ONCE en estas circunstancias de invidencia?



Posible resultado de la máscara de pestañas que las alarga un 116%



Todo esto se me vino encima pocos minutos después de ver un anuncio de un maquillaje que no se quita ni con el calor, ni con la humedad, y encima no deja ni huella si te arrastras por la jeta la manga de una camisa (una camisa blanca, para colmo)
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¿Con qué se supone que se limpia luego el maquillaje de la cara? ¿con un estropajo empapado en disolvente industrial?

La publicidad siempre es exagerada y engañosa (salvo en los casos en los que está completamente no relacionada con el producto que pretende vender, como cuando nos quieren vender un coche y nos venden estátus social o nos quieren vender muebles e intentan convencernos de que vienen con felicidad incluída). Pero los anuncios de productos de belleza se pasan rozando estrepitosamente lo ilógico y el puro ridículo.

Chicas de veinte años anunciando cremas que obviamente no necesitan, milagros en bote que prometen quitar las arrugas, "remodelar el rostro", iluminar (¿cual vampiro de Crepúsculo?), lacas capaces de soportar moños de tres pisos...

Laca capaz de aguantar un reloj de cuco en el moño, con una familia de cucos dentro.

Mi favorito de todos los tiempos fue ese lamentablemente efímero aplicador de maquillaje de pestañas que vibraba... no alargaría las pestañas un 116%, ¡pero al menos daba a la imaginación usos alternativos interesantes!