Canino (Kynodontas, Dogtooth, 2009) dirigida por Giogos Lanthimos, ficha filmaffinity aquí.
El padre, la madre y sus tres hijos viven en una mansión a las afueras de una ciudad. Hay una valla muy alta alrededor de la casa, y los chicos nunca han salido de allí. Están siendo educados, entretenidos, aburridos y ejercitados con los métodos que sus padres juzgan apropiados, sin ninguna influencia del mundo exterior. Creen que los aviones que pasan volando son juguetes, el mar es un tipo de silla forrada de cuero y los zombies son unas pequeñas flores amarillas. La única persona a la que se le permite entrar en la casa es Christine, que trabaja como guardia de seguridad en la fábrica del padre. Éste le hace visitar la casa para saciar las necesidades sexuales del hijo.
Cuando un día Christine deja en la casa una cinta de vídeo de Rocky, infectando de este modo a una de las hijas, el padre decidirá que definitivamente es preferible el incesto a dejar que entren extraños en su pequeño mundo.
Hacía tiempo que una película no me sorprendía tanto, y un día después de haberla visto, sigue en mi cabeza dando vueltas. Película griega inclasificable que ganó un premio al Festival de Cannes. Es rara, difícil, dura, perversa y divertida (a ratos te ríes por no llorar o no escandalizarte), complicada de valorar y entender su significado real. No la recomiendo, porque solo tienes que dar una vuelta por las críticas en la red para ver que nadie la valora con un término medio: o obra maestra o bodrio. Para mi se acerca mucho a obra maestra.
Rodada con una sencilla puesta en escena que sigue a los personajes dejando que la historia fluya en su absurda cotidianidad, Canino (la razón de este enigmático título solo se descubre viéndola) es, sin duda, una de las apuestas mas divertidas, insólitas y novedosas del cine europeo contemporáneo.
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