Una mujer, alrededor de la cincuentena, elegantemente vestida está delante mía en la cola de la caja de un supermercado de barrio (como cualquier otro). Lleva varios artículos, entre ellos una bolsa de lo que, desde mi punto de vista, parecen tomates. La cajera al pasar dicha bolsa no encuentra la pegatina que suelen poner en la sección de frutería en muchas cadenas con el peso y el código de barras, y surge esta conversación:
CAJERA: No están pesados.
CLIENTA.- No, a mi me gustan así, blanditos.
miércoles, 15 de abril de 2009
Humor espontáneo en el supermercado
Y ésto lo ha escrito... O pipeiro
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