Esta historia sucedió hace muy poco en un pequeño pueblo perdido en la geografía española. Su protagonista no me deja decir donde fue, ya que no quiere causar molestias a ese pueblo que admira y adora. Hace unos días me enteré que un viejo amigo se había casado, llamémosle Jacobo. Hacía tiempo que no teníamos contacto y le llamé para felicitarle. Me sorprendió enterarme que con quien se había casado era un chico cubano llamado Raúl. La sorpresa fue debida a que en la época en que lo conocí ejercía de heterosexual practicante, y lo del cubano daba para un par de bromitas...
Jacobo se alegró mucho de mi llamada, me contó emocionado su vida en estos últimos años, lo mal que lo había pasado cuando estábamos en la universidad por su doble vida y como con su "salida del armario" se liberó de todos sus problemas, hasta que quiso casarse.
La boda tenía que ser en el pueblo de su abuela. Ella es su único familiar vivo y soñaba con llevarlo al altar. Tenía miedo de su reacción cuando supiera que se casaba con un hombre, pero le sorpendió la naturalidad con que se lo tomó ella, la señora María de casi 90 años y de misa diaria. El problema llegó cuando fue al ayuntamiento para iniciar los trámites. El alcalde se negó a casarles, "yo no caso mariconas". El cura del pueblo inició una campaña de presión para que nadie apoyara la boda. Y los chavales, influidos por el ambiente hostil, hicieron pintadas homófobas por todo el pueblo más desde la ignorancia que por odio.
Y aquí llegó la señora María, cuando su nieto y su futuro esposo le dijeron que mejor se casaban en Madrid, ella dijo que no. Que se casaban en el pueblo y que nadie impediría que ella lo viera antes de morir. Cogió una silla y se plantó en medio de la calle principal del pueblo, con su costura, cortando el escaso tráfico que pasaba por allí hasta que el alcalde rectificara. El alcalde la tomó por loca, el cura quiso hacerla entrar en razón, pero acabó tan ofuscado que empezó a amenazarla y a insultarla, ante la mirada de la mitad del pueblo. En ese momento se acercaron Dolores y Antonia, otras dos ancianas con su silla y su costura. Y al cabo de media hora, eran ya una veintena las ancianas que apoyaban a María.
No me quiero extender en la historia, pero el resultado es que el alcalde delegó en un concejal para que se casaran, el pueblo celebró una gran fiesta el día de la boda. Y la iglesia del pueblo desde aquel día está prácticamente vacía. Las fieles asiduas se trasladan al pueblo vecino los domingos y fiestas de guardar.
Felicidades Jacobo. Raúl haz feliz a mi amigo.
Y mis respetos y admiración para usted, señora María.
(esta historia es real, aunque la he resumido mucho y los nombres los he cambiado. Jaco, lo prometido es deuda)
martes, 8 de enero de 2008
Del alcalde, el cura, la abuela y las mariconas
Y ésto lo ha escrito... O pipeiro
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7 comentarios:
Oye , lo de despedirte con Jaco es para despistar, se te escapó o es como si él se llamara José y tu te despides con un Pepe.
Chusco tiene algo que ver con esto?
Estoy un poco despistado
ya que le llamé Jacobo, le llamo Jaco.
Y no metas a chusco en esto, primero no nombremos a nadie; y segundo el amigo de chusco no escribió esta entrada, mira mi nick. Por cierto, estoy pensando en cambiarme de nombre, me deprime le que me puse.
hoy no me apete leer merece la pena ???????
vale, las siguientes entradas más cortitas. Pero es que no tenía fotos coñeras a mano (todas las que publicamo hasta ahora son hechas por sus autores, en el futuro no sé)
ala,pecador,que dices!!!
que no te pille yo cogiendo fotos por ahi en internes y intentar colarnoslas por tuyas!!!
no pero a lo mejor cojo una hecha por ti, je, je...
tengo unas fotos por ahi... Pero que no se reconozca a nadie , eh!
Que esto lo leen miles de personas jajaja
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